viernes, 21 de marzo de 2014

Phosphorescent - Muchacho

...O de como una canción puede dejarte sin aliento

A veces sientes que has encontrado un tesoro. Tienes entre manos algo que no quieres compartir, algo que es solo para tu disfrute. Miras alrededor, que nadie se entere, quieres que sea solo para ti y lo escondes en un rincón.

Pero con el paso del tiempo te sientes tan abrumado por la preciosidad que tienes entre las manos que no te queda más remedio que gritar bien fuerte para compartirlo. 

Porque que a estas alturas de la película una canción se te meta dentro, te deje sin respiración, te acongoje, te estremezca, te ahogue, haga que el tiempo se pare y consiga desgarrarte, es algo para hacérselo mirar.

Así es Song for Zula. 


El bueno de Matthew Houck, que es quién se esconde detrás de Phosphorescent, canta de tal forma que no hace falta traducir. Sabes de primera mano de qué va la historia y tú también has pasado por eso.
Cierras los ojos y la oscuridad se apodera de cada centímetro de tu cuerpo y cuando vuelves a abrirlos estás dentro de esa jaula de la que habla, mirando tus débiles manos y prometiéndote a ti mismo que nunca más volverás a abrirte de esa forma...  

Pero cuando un disco cuenta con una maravilla como Song for Zula no te queda más remedio que decirte a tí mismo "ojo cuidao". Ojo que aquí tiene que haber algo. Y vaya si lo hay.
Es un disco brillante sin más. Cierto que ese sentimiento desgarrador y de corazones rotos (a lo que la voz de Matthew ayuda) tiene un resquicio de optimismo y alegria a su manera. A Charm/A Blade es animosa en su estribillo en el que te transporta a una pequeña iglesia en lo más profundo de américa y Ride On/Right On, el único corte que parece que se sale un poco de la senda del desamor para refugiarse en las relaciones de barra americana.

Este Muchacho esta formado por una coleción de temas de una calidad excelsa.
Terror in the Canyons (The Wounded Master) es un ejemplo. No solo es la sinceridad con la que arroja las palabras Matthew Houck, es la sencillez y la forma con la que los instrumentos arropan y abrazan la canción. Cada infimo detalle está cuidado. Parece que cada instrumento tiene su nota preparada para entrar en el momento adecuado, para que disfutes del pedal steel (algo que nunca me ha convencido y mira ahora), de la sección de vientos, órganos, del bajo....y de la voz.

No puedo dejar pasar la forma en la que Chris Isaak es fagocitado, moldeado y llevado al terreno de Matthew Houck para que The Quotidian Beasts suene fabulosa de principio a fin. Porque este tema es mierda de la buena.

Brutales siete minutos.


No os perdáis esa pareja que forman la trompeta acompañada del piano en Down to Go, tema que no puedo evitar llevarme al terreno Springsteen, a ese terreno en que me siento como en casa y que me reconforta tanto encontrarlo en otros artistas.

Este Muchacho ha sido cocinado a fuego lento, ha sido grabado en casi un año. Y viene precedido de una ruptura sentimental y de un peligroso caminar de la mano con las drogas y el alcohol. 

En resumidas cuentas es un disco que os recomiendo encarecidamente. Es un LP que te lleva a su terreno, te transporta a una habitación de un motel perdido por Alabama (la de la portada quizá?) y te hace disfrutar de cada corte (bien es cierto que las invocaciones al sol del primer y último tema suelo saltármelas)

Que lo disfutéis.

salU2

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